martes, 18 de septiembre de 2007

19 DE SEPTIEMBRE DE 1985: A 22 AÑOS



Hace 22 años ocurrió el terremoto más devastador que haya habido en la Ciudad de México: en la memoria quedan varias instantáneas que sumadas hacen un susurro que se convierte en murmullo y luego en grito; una ciudad que despertó a la organización autogestiva de la manera más dura, un país se vistió de luto por todas esas víctimas de las que aùn ahora no se sabe cuantas fueron, un presidente no aceptaba la ayuda del exterior y luego no supo que hacer con ella y dejó que sus subalternos robarán bienes que eran para los damnificados.

Yo por aquel entonces era un joven dieciseisañero y con muchas esperanzas por el futuro.

Entre las imágenes inolvidables quedan las de la solidaridad de la ciudadanía ayudando a sus semejantes, Zabludovsky transmitiendo desde su auto por la zona en ruinas, la llegada incesante de la ayuda internacional, la gente viviendo en campamento después de los sismos, las costureras luchando por sus derechos y por justicia, la muerte de gente como Rockdrigo González, de quien es la letra de la siguiente canción, ad-hoc para el momento:

VIEJA CIUDAD DE HIERRO

Vieja ciudad de hierro de cemento y de gente sin descanso si algún día tu historia tiene algún remanso dejarías de ser ciudad.

Con tu cuerpo maltrecho por los años y culturas que han pasado por la gente que sin ver has albergado el otoño para ti llegó forzado ya que:

Te han parado el tiempo te han quitado la promesa de ser viento te han quebrado las entrañas y el silencio ha volado como un ave sin aliento se ha marchado lejos tu sonrisa clara y en tus azulejos han morado colores que son añejos y ahora ya no brillan más.

Capital de mil formas de bellezas que se pierden entre el polvo de tus carros, de tus fábricas y gentes que se hacinan y tu muerte no la sienten.

¿Qué harás con la violencia? De tus tardes y tus noches en tus calles y tus parques y edificios coloniales convertidos en veloces ejes viales ya que:

Te han parado el tiempo te han quitado la promesa de ser viento te han quebrado las entrañas y el silencio ha volado como un ave sin aliento se ha marchado lejos tu sonrisa clara y en tus azulejos han morado colores que son añejos y ahora ya no brillan más.


Por la memoria de los que murieron ese fatídico día queda actuar con honestidad y congruencia en lo que hacemos, acordarnos que somos una comunidad y que el valemadrismo y el agandalle lo ùnico que generan es un ambiente hostil, una ciudad sin alma que no queremos.


Arq. Javier González Valencia




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